"Hace 30 años que visito a mis hijos, Hugo y Estela, que viven en Málaga, y seis nietos. Pero esta vez en el aeropuerto de Barajas nos trataron peor que a delincuentes y en siete horas ni siquiera nos dieron un vaso de agua", denunció Ada Ghiara de Rodríguez, maestra jubilada y viuda de un marino.
La mujer contó que el episodio ocurrió el 6 de julio pasado, al arribar a
"Llegamos al aeropuerto a las dos de la tarde de España y pedimos una silla de ruedas porque a mi edad no puedo andar mucho. En lugar de dejarnos pasar nos llevaron a un cuarto dónde había muchas personas amontonadas", relató.
Un policía de civil que no se identificó, prosiguió, les pidió que exhibieran los pasajes de avión y el dinero para comprobar si cumplían con el Código de Fronteras, que estipula un tiempo máximo de medio año de estadía en la península y 63 euros diarios para manutención.
"Yo iba a pasar cinco meses y mi hija uno. Llevábamos casi tres mil euros más tarjetas de crédito. Pero le explicamos que íbamos a vivir en casas de familia y por lo tanto no íbamos a gastar en hotel", indicó.
La ex docente recordó que "el policía no me dejaba hablar y me dijo: 'Si Usted viene hace 30 años a España a ver a sus hijos, pues entonces ha vivido 15 años acá y representó gastos para el fisco español' y se fue".
En tanto, los hijos de la mujer -nacionalizados españoles- la aguardaban en vano al otro lado de la puerta 1 de la terminal aérea. Sólo consiguieron hablar con ella a través de un teléfono especial que les facilitó
"A las ocho y media de la tarde nos entregaron un papel sin firma que pone 'Denegatoria de Entrada en
"Pensar que yo como maestra y nieta de una abuela española repetí a mis alumnos aquello de
Juan Yáñez, opinó:
Es vergonzosa, inaceptable y cobarde la actitud de las autoridades migratorias del aeropuerto de Barajas. Pero la cosa no se quedó allí. La Embajada Española en Buenos Aires se hizo eco de la bochornosa grosería. ¿Qué les pasa a los españoles de la península hoy día?
Se les olvidó que la Argentina tuvo para con ellos siempre un trato especial y acogedor. ¿Merecía esa anciana una descortesía de esa magnitud? Cuántos hijos, nietos y biznietos de españoles tuvieron la bendición de nacer en la hospitalaria patria argentina, donde sus mayores, hombres y mujeres y niños, fueron acogidos, siempre bienvenidos y estimados; y ellos a la vez honraron plenamente su gentilicio con tesón, honestidad y trabajo...