Juan Yáñez
José María Gatica (1925-1963) fue sin duda el boxeador de más arraigo popular entre todos los púgiles argentinos de la vieja guardia. Lo conocían con el mote del mono Gatica. Era un peleador, indisciplinado, capaz de jugarle sucio al adversario, pero era valiente y aguerrido. Y esa era quizás su única virtud.

gloria en las primeras luces de
su carrera lo atrapa inclemente
en el ocaso. Su historia, como la
de tantos otros deportistas con
similar sino, es triste y trágica a
la vez.
Una gélida noche, de invierno, precisamente la del 8 de julio de 1950, peleaban en el Luna Park, Eduardo Lausse con Kid Cachetada. Mi tío José Juiz, --que era un apasionado del boxeo y también amigo personal de Lausse, al que llamaron con toda justicia, el “Campeón Mundial de los medianos sin corona”-- se acercó por el negocio de mi padre con la intención de invitarlo a presenciar esta pelea.
Yo acababa de cumplir los diez
años, a la sazón y afortunadamente
estaba allí presente y al oír la
invitación, mi entusiasmo no tuvo
límites; sabía que mi padre era capaz de
llevarme, pero quedaba la duda de que
algún inconveniente lo impidiera. No
paré de rogar un instante hasta
que fui cariñosamente consentido.
En aquellos años y seguramente como lo será hoy día, presenciar un combate de boxeadores profesionales de primera magnitud por un niño y desde el ring side del Luna Park era un acontecimiento inconcebible y milagroso.
Mi tío tenía una “baturé” Oldsmobile 1939, un auto deportivo clásico, con llantas de rayos, color marfil, impecable y lujoso. Con él llegamos al estadio y lo estacionamos en un “garaje” de las inmediaciones que era atendido por un hombre que por su tonada era indudablemente de las tierras altas de Galicia.
Cuando bajábamos del auto vemos sorprendentemente a Gatica…, allí, frente a nosotros. Está vestido con un traje cortado al más ostentoso y atrevido estilo gigoló de la época, con el saco cruzado, de grandes hombreras y anchas solapas y el pantalón con su talle exageradamente alto. Adopta una pose jactanciosa y con las manos en los bolsillos, nos observa y en tono burlón propio de los que están pasados de copas, nos dice:

En eso pasa por la entrada una barra de muchachotes alborotadores que asistirían al estadio con toda seguridad y al reconocer a Gatica prorrumpen en exclamaciones. El hombre alertado ante el alboroto, y el temor de que la turba entrara al garage, levanta el cepillo con el que está barriendo, y amenazando al “mono”, le grita:−Va, va, va, pa´ fuera..!!! −
Y Gatica, sonriendo con ironía, aceptando la situación, a paso bailarín, burlón y desganado se encamina hacia la salida, para aunarse con sus admiradores. Al salir nosotros, el hombre sonriente, deja de barrer un instante, con su particular tonada y justificando su brusquedad nos dice alzando la voz para que lo oigamos en medio del bullicio: −Ustedes disculpen, pero aquí viene cada loco…
Una foto para el recuerdo, en ocasión del compromiso matrimonial de mi primo Josecito Juiz. De izquiierda a derecha: mis primos, Paco Corzo y Josecito; la novia, María Edith; Eduardo Lausse; mi padre y Tino Porzio. (Año 1954)
Material gráfico: despatriados.com blogsclarin.com pagina12.com.ar aringa.net vagos.es fotolog.com todoargentima.net articulomercadolibre.com.ar todotango.com facebook.com.ar y del autor.