sábado, 8 de octubre de 2011

Almuerzo REENCUENTRO DE LOS PRIMOS YÁÑEZ. 2011

Serie Grandes Reportajes

Todos menos Néstor, quIen tomó la foto.
(de izq. a der.) Carmen; Lidia; Osvaldo (agachado); Juan; Rosa; Marta; Alicia; Enrique y Betty. 




                                                               El pasado 18 de septiembre de 2011, en ocasión de mi viaje a Buenos Aires, tuvimos los primos Yáñez, la gratísima oportunidad  de compartir familiarmente y por sobre todo fraternalmente, un ameno almuerzo dominguero después de un paréntesis de años, que en mi caso fue demasiado extenso.  Fue Lidia la iniciadora y organizadora del encuentro; nos citamos en el “Restorant Plaza Mayor” y coincidimos en una mesa del salón del primer piso (el lugar solo para nosotros) especialmente reservada. Disfrutamos de los manjares, de las bebidas, de la atención, pero infinitamente más por el hecho de reencontrarnos. Pasaron muchos años y mucha agua bajo el puente de nuestras vidas para llegar a este momento: la experiencia  de redescubrirnos unos a otros. Sin embargo nos pareció que el tiempo se había detenido allí y que siempre habíamos estado cercanos y conservado, a pesar de los años transcurridos y las experiencias vividas, el mismo cariño fraternal de otrora. Fuimos diez a la mesa, hubo algunas ausencias, nos hubiera gustado que  unos apreciados y apreciadas cónyuges, se hubieran animado a venir; un par de primos faltaron;  asimismo lamentablemente la esposa de Enrique, recientemente fallecida y Mercedes, nuestra querida prima mayor, la única de nosotros que ya dejó este mundo.  Los presentes, comenzando por las señoras todas bellas, agraciadas y con una envidiable juventud: Betty, Rosa, Carmen, Lidia, Alicia, (quien es la esposa de Néstor) y Marta. Los varones presentes: Osvaldo el más jóven, le siguen de cerca, Néstor y Enrique;  luego Juan, más alejado en edad y también quien esto escribe.  Compartimos recuerdos de aquella lejana época en que en compañía  de  nuestros padres, tíos,  abuelos, otros parientes y amigos participábamos en reuniones familiares. No faltaron tampoco anécdotas de toda una vida,  vivencias, bromas, sonrisas, afectos, experiencias, besos, abrazos y planes a futuro. Entre estos últimos coincidimos en realizar próximos reencuentros. Fue un inolvidable largo mediodía, en que todos nos sentimos estupendamente. Por mi parte confieso que me sentido muy a gusto con todos ellos, satisfecho de haber reverdecido la relación familiar y decirles por medio de esta nota, lo mucho que los quiero…                 Juan


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Algunas fotos del almuerzo:                    











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Esta foto merece un comentario. Vemos en la imagen a Rosa  departiendo
con mi hermana Marta en el colectivo que nos llevaba al almuerzo. Instantes antes de esta escena
me acababa de sentar, al lado de Marta, al descender un pasajero, sin reparar en una elegante y bella dama que permanecía de pié
 cercana a mí, con la que me disculpé y le ofrecí el asiento. La dama declinó la invitación con toda gentileza en primera instancia. Luego al  yo insistir lo hizo agradeciendo el detalle. Hasta ese momento la dama en cuestión nos desconocía a ambos del mismo modo que nosotros a ella.  Al tomar asiento,  fue Marta  quien advirtió asombrada que la dama no era otra que Rosita, nuestra querida prima. Fue el tiempo quien cambió nuestro aspecto físico para no reconocernos de inmediato, pero no logró modificar el afecto que permaneció intacto  en nuestros corazones. De cosas así está llena la vida, es el amor, el que logra descubrirlas y exteriorizarlas...