Juan Yáñez
Serie: Recuerdos, actualidades y esperanzas
|
El Gral. de Caballería Juan D. Perón montado en "Mancha" en 1950 |
Siempre me gustaron los desfiles militares y más cuando era pibe. Siempre trataba de ubicarme en primera fila, a pesar de que nunca llegábamos temprano. Los Desfiles de los 9 de Julio, el día de la Independencia, eran memorables. Un acontecimiento para los porteños y para cualquiera que se encontrara en Buenos Aires.
Recuerdo con claridad el de 1950, precisamente por un interesante detalle: Perón desfilaría montado en su caballo pinto que era todo un espectáculo. Era un caballo de gran alzada, elegante, blanco con pintas oscuras. Quizás sería un percherón estilizado con una magnífica estampa.
|
Los Granaderos de San Martín |
Aquel 9 de julio amaneció soleado aunque ventoso y frío. Llegamos a la Avenida Libertador, donde se realizaban los desfiles, con mamá y mis hermanos y nos ubicamos en una de las tribunas próximas al palco presidencial, gracias a unos pases de cortesía que un coronel retirado, amigo de papá nos había conseguido.
|
Un personaje histórico y el líder de un movimiento ya bastante ajado y fósil
|
Los desfiles siempre comienzan con lo más conspicuo y lo que más luce. Comenzó la infantería; las tropas mejor preparadas y disciplinadas marchaban al son de las marchas militares. Las banderas flameaban impecables de cara al viento y los uniformes de época de los soldados lucían llamativos con sus vivos colores.
Las marchas militares tienen el encanto de despertar los sentimientos patrióticos.
Nos sentíamos más argentinos que nunca, orgullosos de la patria, sin la menor parcialidad política. Luego le tocó el turno a la caballería. Los briosos alazanes enjaezados con su rítmico trote y prestancia. Eran los Granaderos de San Martín y entre ellos escoltándolo marchaba Perón en su blanco caballo, que según creo recordar se llamaba “Mancha”.
|
Una época dura |
Perón saludaba sonriendo a los aplausos y las vivas del público, levantando el brazo que le dejaba libre las bridas. Tenía un magnífico porte, era un general de caballería, --quien no carecía de un estudiado histrionismo− acostumbrado al picadero, donde se ejercita la equitación. Ese fue el plato fuerte de ese inolvidable desfile.
Hoy a más de sesenta años de aquello y a pesar de que no fue ninguna época gloriosa, ni tampoco airosa, pero que fácilmente podría haberse superado con tolerancia y buena voluntad. Me complace ver esa foto, por sobre todo porque que representa un período y un escenario tan distinto al actual, hoy tan corrompido y vulgar. Luego se sumó la mala e infausta experiencia militar y todo lo demás.
|
Dios los agarre confesados y a nosotros también... |
Estimamos que ya es tiempo de que las aguas vuelvan a su cauce; es hora de cerrar viejas heridas y que la argentinidad brote espontánea y sin la desmesurada ideología política con que los políticos nos vulgarizan y nos dividen. Mucho de lo que pasa en la actualidad, acontece por nuestra propia culpa e indiferencia. Es hora de reaccionar. Nos estamos quedando atrás en el normal desarrollo de las naciones y de las sociedades humanas. Hagamos todos de la voluntad un reto para que naturalmente surjan los líderes...
Adelante. Si no es ahora, ¿Cuándo..?
|
Un pibe argentino, Dios lo bendiga, nuestra más cara esperanza...
Material gráfico, agradecimiento a: filatina.worgpress.com tiempodenoticias.com.ar clarin.com pepiletras.blogspot.com tomax.ober-blog.com taringa.net |